Artículos y propuestas :: Educación
Una mirada hacia una convivencia urbana en armonía
Todo se cuestiona hoy. Y es que las necesidades y los problemas que hoy surgen no pueden ser resueltos apoyándose en viejas estructuras, ni siguiendo las metodologías usadas en otro tiempo y en otro momento. Aunque las estructuras se resistan a caducar. Lo cierto es que lo que antes era válido hoy no lo es en casi nada.
En estos cambios tiene mucho que ver la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones, que han provocado que las funciones sociales, económicas, educativas, laborales y culturales de los individuos cambien sustancialmente obligando a una reestructuración total de sus funciones vitales.
Uno de los debates consiste en saber la manera cómo los individuos agrupados cada vez en mayor número en las ciudades podrán organizarse para interrelacionarse, intercambiar experiencias, practicar el apoyo mutuo, convivir en armonía y que esto sea compatible con las medidas de reestructuración de la política pública y las prácticas de desarrollo.
Es cierto que la creciente concentración urbana plantea problemas que requieren soluciones. Que se hace necesario restaurar las ciudades y los centro urbanos para ir adaptándolos a las nuevas necesidades, especialmente la reconfiguración de barrios periféricos de desarrollo descontrolado a comunidades de verdaderos vecindarios, comunas diversas, la preservación de los entornos naturales y la conservación del patrimonio histórico cultural y el aumento exponencial de la población.
La reestructuración pública y las prácticas de desarrollo en esta nueva fase de la realidad urbana tiene que asentarse sobre los pilares y prácticas del vecindario , un legado de siglos de convivencia. Los vecindarios deben tener diversidad en uso y población y las comunidades deben estar diseñadas para el uso mixto, es decir, el tránsito del peatón , transporte público y automóviles. Las ciudades y pueblos deben estar formadas por espacios públicos e instituciones comunitarias que sean bien definidas y accesibles. Los lugares urbanos deben estar rodeados de paisajes que realcen el entorno y de diseño de un arquitectura que realce la historia local, que contemple el clima, la ecología y las prácticas de construcción.
Las ciudades y pueblos deben ser lugares donde se combinen un amplio espectro de usos públicos y privados permitiendo una economía que beneficie a gente de todos los ingresos. Los vecindarios son a su vez lugares de uso peatonal y uso mixto. Las actividades cotidianas deberían ubicarse como para acudir a ellas a pie, facilitando independencia a aquellos que no conducen como los viejos y los jóvenes.
La actividad barrial del vecindario debe ser una combinación armónica de actividad cívica, institucional y comercial arraigada en los vecindarios y comunas y no asiladas en complejos remotos de uso único.
La tendencia a aislar el vecindario de lo que le es consustancial desde hace siglos, la dispersión de las diferentes actividades que se relacionan en un centro urbano está provocando aireadas manifestaciones del vecindario que se niegan a aceptar el confinamiento o el gueto.
Mientras, el debate está servido. O dejamos , que las « nuevas tendencias » que se apoyan en el avance de la expansión urbana incontrolada, la separación cada vez más profunda por etnia y por ingreso, el deterioro ambiental, la escasez de espacio público para el encuentro y la socialización, se impongan a la del vecindario, los centros urbanos como espacios abiertos, la confluencia armónica de distintas actividades en el vecindario con el diseño para el tránsito del peatón, y el transporte público así como para el automóvil. O defendemos con vigor y firmeza el legado histórico cultural y social de vecindad y convivencia pasado por el tamiz de los siglos.
La reestructuración y el desarrollo en los centros urbanos y comunas deben estar asentados en la participación del vecindario para la planificación y diseño de los barrios, calles, parques, manzanas, arquitectura y medioambiente. Ese es el reto de la modernidad para el siglo 21.
Clementina Jacquinet
12 /10/ 05