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El desprecio por la inteligencia : Una herencia malvada
No creo que exista colombiano que se precie que no haya hecho su análisis sobre la situación colombiana. Somos dados al análisis y al contra análisis, a la polémica y a la sumisión, a la intolerancia y al acatamiento. Aspectos todos estos que han formado parte de una cultura de violencia.
Muchos de los que estamos en el extranjero hemos oído y asistido a infinidad de conferencias, actos y exposiciones dictadas por colombianos sobre la “realidad colombiana”. Y las versiones que se dan son cada vez más dispares y más trabadas. Y al decir dispares no me refiero solo a sí son falsas o verdaderas, ó las dos, sino que cada cual relata “la cosa según le dicte su partido, su ideología, su interés, su individualismo, su sindicato, su......”. Nadie ofrece una visión objetiva, ecuánime, analítico-científica, y abierta sobre lo que realmente sucede en Colombia. La sensación con la que uno se queda cada vez que oye a estos personajes, unos importantes y otros del montón también, es de un fatalismo atroz donde uno concluye desesperanzado que el país no tiene solución !
Y es que evidentemente en todo lo que se oye aquí afuera, la situación de la realidad colombiana no da lugar al optimismo. Porque todo lo que se escucha es partidario, teñido de verdad y/o falsedad, interesado, apátrida y reiterativo. No hay propuestas innovadoras, creativas ni tan siquiera espontáneas. Y todo esto nos inclina a pensar que es una provocación, que se quiere un cambio para ganar la alternancia, es decir, el poder político, que todo cambie para que nada cambie.
No voy a dar exhaustivas impresiones sobre lo que se dice que es la realidad colombiana. Pero sí me voy a referir a dos asuntos por los que pasan de puntillas los expositores más concienzudos o que simplemente ignoran los analistas y público, o lo que es más grave, pretenden ignorar. Y es la falta de sentimiento de nacionalidad e identidad, la falta de pensamiento y una cultura de la paz .
En cuanto a lo primero, a la falta de sentimiento de nacionalidad e identidad, ninguna de estas dos cosas ha sido abordada de manera seria e innovadora por parte de los unos o de los otros que hoy por hoy se ofrecen como la SOLUCION para el país. Porque tanto el concepto de nacional (heroico, héroe, independencia, bandera tricolor+ violencia)), como de identidad (tierra, territorio, costumbres españolistas, de clase+ violencia) está enmarcado dentro de los viejos esquemas tradicionales diseñados para la independencia de 1810. Por lo tanto seguimos manejando los mismos conceptos, las mismas estructuras mientras han pasado ya casi 200 años desde aquel hecho histórico. Esto en el caso de que se haga alusión a lo nacional o a la identidad. Pero también sucede, y más desde que se recrudeció la violencia manejada por los actores sociales del conflicto contra la sociedad civil colombiana, y que ahora pretenden manejar también la Paz, que estos mismos actores sociales del conflicto están vacíos de ideas, y siguen erre que erre manejando lo nacional y la identidad como antaño hicieron los partidarios de la independencia de 1810. No he escuchado hasta el presente por parte de ninguno de los que se disputan “la Verdad”, un proyecto de Sociedad o de Estado para Colombia en que la nacionalidad sea la construcción de una identidad basándose en el método de
la democracia, regulada por valores democráticos de justicia, equidad, libertad, tolerancia, los valores éticos de solidaridad y cooperación y valores interculturales de responsabilidad con los otros
No hay, pues, pensamiento que de forma a estas experiencias y cambios como individuos y como sociedad, tal como lo demanda la sociedad civil colombiana, que viene expresándose, aunque tímidamente, de forma sistemática en las calles de Colombia desde hace más de dos años.
Es amplio y notorio, que cuando los expositores nos visitan para promover acciones que favorecen sus propuestas, entonces, se hace patente ese gran vacío existente. Esto es, repito, una falta de pensamiento alrededor del cual podamos acordar principios, metodología y fines que nos permitan el ordenamiento de nuestra vida social, política, económica, cultural y educativa.
Al igual que los conceptos de nacionalidad e identidad se han quedado arcaicos pues no obedecen a las exigencias de la sociedad colombiana actual, ha existido desde tiempos de la independencia de 1810, una carencia grave de falta de pensamiento, por un lado, y un agudizado espíritu de violencia por otro. Esto es, se ha escatimado un pensamiento capaz de reunir principios, metodología y fines que ayuden a la construcción de una sociedad regulada por la ley y por el derecho, que permitiera el avance y la profundización de la democracia y que permitiera el desarrollo de formas avanzadas de comunicación y participación social de los ciudadanos, en suma, que permitiera la construcción de una cultura de la paz y la convivencia.
¿Y que decir de la violencia ? Nos ha consumido la existencia que como “pueblo independiente” nos dio los patriotas colombianos del siglo 19. Toda nuestra andadura ha estado marcada por la cultura de la violencia. Nunca hemos gozado de momentos de verdadera paz. Lo nuestro ha sido y es un perpetuo calvario.
Esto sin duda ha impedido la construcción de una sociedad civil cohesionada y un estado de derecho. Esto por supuesto, ha degenerado en situaciones complicadas y límites hasta llegar a la situación actual de absoluta descomposición moral y económica, de desgarro social, cultural y de una profunda intolerancia producto de la ignorancia, o lo que es lo mismo del desprecio por la inteligencia, que nos tiene sumidos en el pozo negro del inmovilismo cívico, moral e intelectual y de guerra.
Hasta tal punto es esto cierto, que el punto muerto en el que está “el proceso de Paz”, indica la falta de un pensamiento que emerja desde la sociedad civil, un talante democrático que sea capaz de promover un modelo de país en el que se de un vuelco total a la situación actual y se den los pasos concretos para una puesta en marcha de un proceso de paz con bienestar social, de acuerdo a las necesidades de cambio que los colombianos necesitan y quieren.
La aceleración hacia una generalización del conflicto, promovido por la miopía e intereses partidarios de quienes están manejando la guerra y la paz, es decir, gobierno, paramilitares y guerrillas con el trasfondo del narcotráfico, ahora con la “semi encubierta” intervención de los EE.UU. de América, demuestra que la falta de pensamiento, la identidad nacional y la nacionalidad, son conceptos vacíos de contenido y menospreciados, para quienes guerrean o negocian a espaldas de los ciudadanos colombianos y norteamericanos.
Ante la próxima visita del presidente norteamericano a Cartagena de Indias, es necesario que la sociedad civil esté alerta a la situación que se genere. Es necesario que los intelectuales y el resto de la sociedad civil se organicen con el fin de reunir y elaborar un pensamiento que sea capaz de reunir las esperanzas, anhelos y necesidades de la nación colombiana, con la intención innovadora y renovadora de poner fin a la lucha por el poder político de los unos y de los otros y empezar a generar las condiciones para la construcción de una sociedad colombiana moderna y vigente con los actuales cambios tecnológicos, científicos, sociales, económicos, culturales y educativos, que empujan hacia una nueva civilización y hacia un renacimiento cultural en todo el planeta.
Empezaré por ponerme a disposición de quienes piensen que debemos organizarnos desde la posición óptima que supone el estar en el extranjero, para ese reto, y así despojar a los violentos del protagonismo de querer dirigir nuestras vidas y nuestro futuro bajo la égida de la violencia. Ahora Uds. tienen la palabra.
Pilar Cataño Madrid